lunes, 26 de septiembre de 2011

Entierra el odio y el rencor en un sepulcro de seda y guardalo bajo la cama de la lógica de la recaída. Levanta y observa como alrededor todo es pasto de las llamas en el agónico final de la motricidad metálica martirizada por su incompleta autodestrucción. Siente como los palos de ciego de la esperanza golpean con la fuerza de mil brazos clavando puñales en los recodos más oscuros de un ser que dejó de ser por la absurda convicción de la esperanza en su lecho de espinas y clavos ardiendo. Escucha la apocalíptica melodía en las redes que las quimeras han tejido.


La desquiciada mente será leída y rios de lágrimas fluirán al océano creado en el estió del invierno de una lamentable existencia desperdiciada en los telares. Hilos cosidos por decenas de tejedoras ansiosas de mentiras,de palabras que regalen los oídos de la vanidad cuando la noche cae.


Los ecos de las voluntades ajenas no deben interferir en esta puga de desconocido significado, de desconocido fin, de probabilidades.


Lucha.

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