miércoles, 1 de febrero de 2012

16 de Octubre de 1985

Pensé sobre la historia de Moloch, en el camino al cementerio. Podrían ser todo mentiras. Podría ser un plan de venganza pensado durante su década en prisión. Pero si es cierto, entonces ¿qué? Esa referencia a una isla. También al Dr. Manhattan. ¿Podría estar de alguna forma en peligro? Demasiadas preguntas. No importa. Respuestas pronto. Nada es insoluble. Nada es sin esperanza. No mientras haya vida.

En el cementerio, todas las cruces blancas están en filas, marcas de yeso en una gigantesca pizarra. Ofrezco mis últimos respetos silenciosamente.

Edward Morgan Blake. Nacido en 1924. Cuarenta y cinco años. Un comediante, muerto en 1985, enterrado en la lluvia. ¿Es eso lo que nos sucede? Una vida de conflicto, sin tiempo para los amigos. Así cuando todo acaba, sólo nuestros enemigos dejan rosas. Vidas violentas, con finales violentos. Dólar Bill, la Silueta, el Capitán Metrópolis...nunca morimos en la cama. No está permitido.
Algo en nuestras personalidades, tal vez una urgencia animal para luchar, que nos hace lo que somos. No importante. Hacemos lo que tenemos que hacer. Otros entierran sus cabezas entre los hinchados pezones de la indulgencia y la gratificación, cerditos arrastrándose hacia una marrana buscando cobijo...
...pero no hay cobijo...y el futuro solloza como un tren expreso...

Blake entendió. Lo trató como una broma. Pero entendió. Vio los chasquidos de la sociedad, vio a los pequeños hombres enmascarados tratando de aguantar juntos...
Vio el verdadero rostro del siglo veinte y escogió convertirse en un reflejo, en una parodia. Nadie comprendió la broma. Por eso era tan solitario.

Conozco un chiste: Un hombre va a l doctor. Dice que está deprimido, dice que la vida le parece cruel. Dice que se siente solo en un mundo amenazador en el que todo es vago e incierto. El doctor dice:”El tratamiento es simple. El gran payaso Pagliacci está en la ciudad esta noche. Vaya a verle. Eso le animará”. El hombre estalla en lágrimas...dice: “pero, doctor...yo soy Pagliacci.”.
Buen chiste. Todos ríen. Redoble de tambores. Cortinas.

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