viernes, 9 de septiembre de 2011

Agónicos torrentes caen desde el suelo hacia las alturas en un descenso a la ascensión. Que se trepane la cabeza de la esperanza mientras el mundo se da la vuelta. Que el mundo de maravillas se deshaga mientras las ruinas de las catedrales se deshancen en lamentos de una juventud perdida. Perdida la razón en bosques de espinos en llamas. Llamas que todo lo arrasan,que sólo dejan las cenizas, las sombras de lo que realmente permanecía puro. Pureza corrupta en un mar de impurezas procedentes de las mentiras piadosas que construyen civilizaciones sobre cimientos de hielo a fuego . Un fuego que los herejes de la causa alimentan con buenas intenciones mientras son devorados por sus almas atizadas por la conciencia. Conciencia extinta en muchos casos,ignorada en otros,odiada por todos.


Comete de nuevo el crimen de la amargura. El crimen de la llama. El crimen considerado la perdida del tiempo. El castigo debe ser sufrido. La redención alcanzada. Las heridas curadas. Los errores prevenidos. El dolor pagado. La desconfianza subsanada. La piedra del camino con la que todos tropezamos una vez,con la que todos elegimos caer una segunda. No se toleradá,no se permitirá.

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