Vemos como trabajamos a destajo bajo un
cielo que nos muestra el atajo de lo que estamos haciendo. Estamos
haciendo sacrificios humanos a favor del más grande
sacrilegio. Derritiendo nuestras retinas por la luz que hemos
provocado con nuestro estúpido esfuerzo al no querer parar la
maquinaria que abrasa nuestra piel quemada como la tierra desolada.
Temblareis cuando los pulmones sólo espiren y no respiren el
último aliento. Cuando la noche haga que sus sombras te
arranquen la piel a tiras por las quemaduras mientras los ángeles
tocan una sinfonía de angustia, desdichada melodía que
traerá el fin con su fin. Es el precio por combatir el aire
con fuego.
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