De nuevo, amiga despiadada, hoja en
blanco, portadora de sueños y esperanzas, de desquicios y
añoranzas. Mercader de la propia hipocresía de una
generación que clama por su salvación en los caminos de
la perdición. Heraldo desquiciado al que nada le ha quedado
fuera de esa esencia de llover sobre mojado con aspecto ajado. Labio
mordido que escupe podrido con la sonrisa sel tercio herido ya
atendido. Escritos desvaríados de autores descarnados.
Palabras vacías que ansían llenar los huecos. Desean
llevar sus anhelos fuera de los márgenes de folios negros.
Tirarse por precipios de madera en busca de alguna manera de
liberarse.
Salid de esas placas de acero grapado a
mordiscos. Abrid la puta mente, bajad de esos altares de moral en el
que os resguadáis. Dejad de justificaros en pozos de llantos
mentirosos venidos a más por propia voluntad.
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